La metafísica del fútbol
JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

Diario INFORMACIÓN de Alicante, 3-8-2007

De pronto, el fútbol se ha metido en onda metafísica. Hasta ahora el único que se metía en honduras y filosofías era Valdano, que tiene labia para eso y para mantenerse veinte minutos contestando una pregunta, pero desde que los publicistas le han cogido el gusto al más allá esto es ya un sin vivir. A la campaña del Hércules para conseguir abonados, con el césped de su estadio abierto por tumbas vacías y el lema “Cada rival tiene su sitio en el Rico Pérez”, se une el anuncio del Atlético de Madrid, que presenta a un hombre desengañando y triste en un cementerio, frente a la tumba –ésta cerrada– de su padre, al que le pasa el parte con sinceridad: “Hola padre, tenía que hablar contigo. La verdad es que no es fácil decirte esto. Sé que tú y yo, y el abuelo, siempre estuvimos orgullosos de ser lo que somos. Tú solías decir que lo que se gana con esfuerzo es mucho más valioso, que no siempre hay que escoger el camino más fácil, que a nosotros nadie nos iba a regalar nunca nada. Y que por eso somos grandes. Pero es que esto es cada vez más difícil. Y bueno, venía a decirte que… que ya no puedo más, que no me siento con fuerzas para transmitirle esto a mi hijo... Que lo dejo, padre, que lo dejo”. Al tiempo que pronuncia estas últimas palabras, deposita sobre la lápida una bufanda rojiblanca, plegada, y se dispone a irse, liberado, pero no es tan sencillo: la rama de un árbol, aparentemente movida por una fuerza de ultratumba, le proporciona un golpe en la cabeza, un cachete forestal para ser exactos, y el hincha desertor, que parece interpretar con ello una señal, recupera la bufanda justo antes de que aparezca en pantalla el lema “Eternamente grande” y el escudo atlético. Ciertamente la calidad estética de este anuncio es muy superior a la de la foto tétrica del Rico Pérez; aparte de que, mientras el club madrileño hace humor de sí mismo, el club alicantino la toma con los rivales, como si su historial estuviera para cachondearse del prójimo.