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|  El contrario sigue siendo el mejor
        aliado para la promoción de un producto. Y además sale
        gratis. Su colaboración no se basa en contratos,
        simplemente nace de provocaciones y trampas que se le
        tejen. A Ray Loriga, por ejemplo, le va a venir de
        cine que un crítico de la Iglesia haya descalificado su
        película "Teresa: el cuerpo de Cristo",
        de próximo estreno, asegurando que presenta una Teresa
        de Ávila con tocado de mística carnal más que de
        mística tradicional. Aunque el crítico eclesiástico le
        augura un fracaso de recaudación, es muy probable que,
        gracias a él y a sus declaraciones, ocurra al revés,
        con lo que contribuirá a buen seguro a que pasen por
        taquilla más espectadores de los previstos en principio. No en vano, Santa Teresa es uno de los personajes de mayor interés que ha dado este país; quizá por ello, goza de un número de reinvenciones superior al de otros nombres. ¿Cómo era en realidad? No me atrevo a decirlo. Tenemos la Teresa inventada por ella misma en sus escritos y autobiografía ¿no es la autobiografía un género que encubre ficciones?, tenemos la Teresa inventada por la Iglesia, tenemos la que creen descubrir los estudiosos literarios y tenemos la recreada en el cine, a la que Ray Loriga suma su reinvención. A falta de una visión única, todas merecen al menos atención. La hemos conocido, ya sesentona, retratada por un pintor "de mala mano", como decía Azorín, que también intentó inventar la suya en una pieza teatral que no llegó a empezar porque, trazado el boceto, lo juzgó "imposible". La hemos visto con la cara de Concha Velasco, la veremos con la de Paz Vega. En resumen, que tenemos una Teresa tan plural en el fondo y en la forma que no hace más que convocar a creadores diversos hasta Voltaire y Stendhal, despegados del catolicismo, aludían a ella con respeto que se acercan hacia su figura cada cual con su personal devoción, independientemente de que sean creyentes o no. |