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| El viejo grito del rey Lear de "mi
        reino por un caballo" no es comparable con la
        ambición de los políticos por salir en las fotos. A Ruiz
        Gallardón le traicionó hace días esa pillería e
        incontinencia. Los alcaldes, diputados y concejales no lo
        pueden remediar y, a eso que ven un par de reporteros
        gráficos o más, se insinúan, se contonean por delante
        y mantienen la pose hasta oír los disparos de las
        cámaras. Gallardón buscó la coartada para
        fotografiarse con Tim Robbins en Madrid,
        aprovechando que el estadounidense vino a promocionar su
        reciente película. Pero el actor se arrepintió después
        y reconoció sentirse utilizado con eso de prestarse a
        una foto conjunta con un político de derechas, noticia
        que se han encargado de airear los medios. Y es que eso
        es lo que ocurre cuando se juntan dos pillos dispuestos a
        aprovecharse el uno del otro. Al alcalde madrileño le
        pierden las fotos y se conoce los trucos para ampliar su
        álbum. Que hay un edificio enorme que se quema, allí
        está Gallardón al instante; que hay bombazo terrorista
        en Barajas, pues allí que va con premura. A Tierno
        Galván le gustaba redactar bandos; a Gallardón le
        atraen las cámaras y micrófonos a bocajarro. Los
        malpensados sospechan que su batalla consiste, incluso,
        en alcanzar la meta antes que su duelista Esperanza
        Aguirre. Pero Tim Robbins, claro, no es menos pillo. Y como hombre de cine norteamericano se sabe el misterio de las promociones. No hay más que ver que su queja por haber comparecido con un político de derechas al que recrimina su ausencia en la última manifestación contra ETA ha provocado que se sepa que hay película suya en cartelera; o sea que ha conseguido que su presencia no pase desapercibida. Entre el alcalde y el actor no es fácil dilucidar quién es más pillo, quién es más actor y quién es más político. |