La primera mujer que "cató" MIguel Hernández
JOSÉ FERRÁNDIZ LOZANO [www.joseferrandiz.com]

Diario INFORMACIÓN de Alicante, 30-10-2004

En la introducción a la antología poética de Miguel Hernández que preparó José Luis Ferris en el año 2000, el escritor alicantino mencionaba a Maruja Mallo: "Se habían conocido en casa de Pablo Neruda y no faltan testigos a la hora de confirmar que fue la primera mujer que cató el poeta", expresión que había utilizado anteriormente otro hernandiano, Agustín Sánchez Vidal. A Ferris le sedujo esa relación y profundizó en ella en la biografía que dedicó al poeta de Orihuela –"Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta" (2002)– hasta el punto de que ha sido la pintora gallega su siguiente biografiada en el libro "Maruja Mallo. La gran transgresora del 27". En las dos obras reproduce la historia entre ambos. Para Ferris, algunos versos apasionados de "El rayo que no cesa" están inspirados realmente por ésta y no por su novia Josefina, con quien se dice que el poeta mantenía una relación más casta. Poeta y pintora compartieron en 1935 una escapada por la zona triguera entre Perales y Morata de Tajuña, según el testimonio que ella publicó en Revista de Occidente a fines de los setenta. "Hay constancia –dice Ferris– de que emprendieron juntos más de un viaje y que pasaron hermosas noches al amparo de la naturaleza, en una pequeña tienda de campaña". Por otra parte, observa que "cuando conoce a Mallo, la relación epistolar que Hernández mantiene con su novia de Orihuela comienza a sufrir un considerable deterioro". Pero, sin duda, uno de los testimonios más chocantes es el de Camilo José Cela en sus "Memorias, entendimientos y voluntades". Cela era contertulio en las meriendas dominicales que se organizaban en casa de María Zambrano, y allí coincidió con ellos. En sus memorias cuenta que algunos amigos iban a bañarse al río Henares. Salían en un tren que hacía una parada en cierto punto para cambiar de máquina, ya que necesitaba una menos pesada para pasar un puente. "Miguel Hernández y Maruja Mallo –escribió Cela– tenían amores e iban a meterse mano y a hacer lo que podían debajo del puente, pero los poetas los breábamos con boñigas de vaca y entonces ellos tenían que irse a la otra orilla a terminar de amarse en la dehesa que allí había".

Artículo relacionado: José Luis Ferris: "Maruja Mallo es la pintora más extraordinaria de la vanguardia artística española" (Diario Información, 29-10-2004)